En lo que va del año he de decir que la cantidad de viajes y destinos remotos ha sido escasa para lo primero, y nula en lo segundo. Por cuestiones personales he decidido reservarme días. Realmente no quiere decir que no me haya movido durante este tiempo.
Gracias a la naturaleza del territorio que me rodea, se puede decir que la península ibérica regala paisajes esplendorosos, y si bien algunos son algo remotos, otros los tengo al alcance de la mano.
Decidí tomar acción sobre la lista de visitas y escapadas pendientes que ven;ia sumando items desde los primeros días de estadía en esta región, y pasar a la acción.
De Montbaig a Monpedrós
La Ermita de San Ramón es testigo mudo de de la vida cotidiana en Sant Boi y me vigila desde las alturas, la contemplo cada vez que asomo a la ventana. Ella no me es desconcida, tiene unas vistas geniales de la región, incluso en días despejados permite observar hasta la lejana Mallorca.
La subida está claramente indicada, y conocida por los vecinos. Tiene un amplio acceso vehicular que usan mayoritariamente los ciclistas. Los peatones pueden optar por algunos atajos algo más escarpados que le ponen cierta emoción a la subida. No voy a negar que el ascenso es pronunciado, pero breve. Se gana mucha altura en escasos metros. La recompensa de las vistas lo valen, y para los que necesitan una motivación adicional, en la cima hay un pequeño bar donde se puede optar por un refresco reparador junto a la Ermita.
Este hito no era más que una escala, la primera de varias etapas. La aventura comenzaba saliendo de sus dominio y extendiendo la travesía hacia el oeste siguiendo el filo de lo que se conoce como Montbaig, descender todo lo ganado hasta cruzar el famoso Pont de Fusta del cual había oído hablar y tenía fotos en las retinas, pero no terminaba de comprender donde se hallaba.
A través de él se conectan los senderos por encima de la carretera de San Climent y de allí se abren infinidad de posibilidades, una especie de "elija su propia aventura" ya que por entre medio de la serranía se pueden conectar casi todos los pueblitos del Baix Llobregat sin demasiado esfuerzo más que las ganas de caminar, y una tentación para muchos de hacerlo en bicicleta o los más rudos, corriendo.
El desafío era claro: debíamos llegar hasta la otra cima que corona el horizonte en la otra ventana de casa, el Montpedrós, en Santa Coloma de Cervelló.
Desde el Pont de Fusta se abren senderos amplios con vistas a los campos que forma parte de la Anella Verda de Sant Boi y aledaños. Son unos 15 kilómetros con hitos destacables en medio, e incluso zona de descansos con fuentes y algunas masías.
Apenas uno asciende unos metros y avanza unos pocos kilómetros, paso lento, descansado, no olvidar que el objetivo es disfrutar del paseo y no bajar tiempos, todo cambia poco a poco, la Ermita de San Ramón es visible desde un lateral nuevo, Sant Boi se contempla desde otra latitud y se comienzan a materializar otros pueblos.
Se destacan los campos de cerezos, en la zona se lo conoce como el Camino de los Cerezos, en esta época del año nos recibieron florecidos, decorando la ladera de la montaña con pimpollos blancos.
Coqueteando entre Santa Coloma de Cervelló y Torrelles de Llobregat, se circula una centena de metros por entre uno de sus barrios, hasta que se abre el camino al ascenso final, apto para vehículos pero en muy mal estado para circularlo con ellos. Se nos hizo eterno, pero es cuestión de ponerle garra y paciencia para llegar a la cima, coronada por la pequeña Ermita de Sant Antoni, donde nos encontramos con los vecinos de una asociación haciendo hacer labores de mantenimiento y, aprovechar la actividad social imagino.
Allí nos deleitamos con vistas de Sant Joan Despi y del acceso a Barcelona por la Diagonal, Sant Vicencs dels Horts y las vistas más elevadas de Sant Boi. El punto ideal para descansar con un merecido bocata preparado para la ocasión.
El descenso fué a desgano, ya que el cansancio hizo mella y ser conscientes de la distancia por recorrer hacía cada paso más pesado. Pero también en el regreso nos topamos con algunos hitos destacables en los senderos.
Hasta llegar al pueblo, el camino se deshace entre zonas arbolada y boscosa, y en ella se esconden algunas masías tradicionales de la zona. Algunas de ellas, están cerradas y se usan para eventos educativos o privados como Can Palos, otra muy tradicional rodeada de unos terrenos sembrados de arboles frutales, mucho más al natural, conservada en un estado tradicional, era aprovechada por una familia que pasaba su tarde tomando la fresca a la sombra de su portal, y por último, la misteriosa Santa Barbara, una de las masías más grandes de la zona que funcionó como restaurante y lugar de eventos, hoy en estado de abandono.
A escasos metros comienza la parte alta de Sant Boi, me atrevo a decir, la parte más bella del pueblo, los confines del Marianao. Terreno conocido. Solo restaba cruzar de punta a punta para poner los pies en remojo y descansar.
La opción en Barcelona
Siento que cuento esto como la gran aventura, sinceramente hacía muchos años que no hacía senderismo, aunque sea básico y casi citadino.
En Barcelona y aledaños, las posibilidades están al alcance de la mano. Sin ir más lejos, Collserola, la sierra que limita a la Ciudad Condal es un clásico para este tipo de actividades, es un verdadero laberinto de posibilidades.
También hubo oportunidad de visitar uno de sus puntos épicos, el famoso Tibidabo, el punto más alto de la sierra, coronado por un parque de atracciones, el más viejo de la península, y por el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón.
Las vistas son inmejorables y permiten contemplar no solo la ciudad sino sus alrededores.
De todos modos he de confesar que dentro de todas las cientos de posibilidades disponibles para el ascenso al Tibidabo y para perderse en Collserola, hicimos trampa y subimos en coche. La salvedad es que el día anterior habíamos hecho la recorrida por las cimas del Baix Llobregat, las piernas no daban para tanto.
Entre mar y montaña
Para los más avezados en la materia, y que cuentan con algo más de tiempo, si se alejan unos kilómetros al sur de la Ciudad Condal, se pueden permitir los paseos por el Parc del Garraf, que se alza en lo alto del Macizo del Garraf, una mole enorme extendida por varias localidades, que esconde ciertos misterios y atractivos.
Teníamos tiempo y ganas, pero contábamos con movilidad y aprovechamos la tarde de sol, aunque no menos ventosa, para atravesar al menos una parte de su extensión.
Los caminos ganan altura rápidamente, elevándose hasta los 600 msnm. Por allí se destaca el paisaje de escarpadas montañas que se precipitan al mar de manera irregular.
Dejando atrás el mar, y adentrándose en el macizo, se llega a uno de sus joyas. Se trata del Templo Sakya Tashi Ling, un centro budista creado en un palacete perdido en la pequeña localidad de L'Olivella, a escasos kilómetros de la tan popular Sitges.
No fuimos con afán más que de conocer el sitio, y gratamente nos enteramos que es posible visitarlo, y acceder a retiros entre otras actividades.
Recomendaciones
- Explorar alternativas en WikiLoc, es un excelente recurso de rutas de senderismo.
- No confiar ciegamente en los senderos que uno se descarga, usarlos como guía.
- Collserola es un laberinto que cuenta con gran cantidad de senderos, elegir puntos de interes y buscar unirlos caminando.
- Paciencia, especialmente si uno no está acostumbrado a hacer este tipo de trabajos físicos, la idea es ir despacio y disfrutar.
- La página del Consorci de Turismo del Baix Llobregat es un sin fin de recursos para visitar en la zona, y senderos no son la excepción.
- Otra pagina recomendada es la del Parc de Collserola donde se exponen las actividades. No hemos de olvidar que dentro del parque existen entidades como el Observatorio Astronómico que permiten actividades nocturnas de avistajes.
- Para los que tienen más experiencia y cuentan con más tiempo, Montserrat es otra excursión desde luego recomendable.
- El Parc del Garraf es un inmenso recurso de caminatas y secretos
Todas las fotos AQUI